MEDITACIÓN DEL EVANGELIO
V DOMINGO DE CUARESMA
MUCHO FRUTO
MUCHO FRUTO
Jn.
12, 20-33
En este texto está expresado
el anhelo y la nostalgia de todo corazón humano, que es un corazón de deseo.
“Queremos ver a Jesús”. Esta es la búsqueda más profunda, interior, en nuestra
alma. Cuando vamos a la Eucaristía, cuando rezamos, cuando asistimos a la
adoración, cuando servimos a los pobres. “Queremos ver a Jesús”. Necesitamos el
encuentro con el Señor en el camino de la vida para poderlo vivir en color y no
en blanco y negro, como a veces lo vivimos, cuando no nos hemos encontrado con
Él.
Al encontrarnos con Jesús,
su Corazón se desborda y nos hace miles de confidencias que nos perdemos cuando
no tenemos sintonía con el Señor.
La primera gran confidencia
que nos hace Jesús es que tenemos que ser y vivir como el grano de trigo que al
morir da mil frutos. Si no abandonamos al yo egoísta y damos rienda suelta al
Amor desbordante de Dios en nuestra vida, nuestra vida no dará fruto abundante.
Jesús está hablando de Él,
de su historia, de la pasión, de la clave vivida como grano humilde de trigo
que se esconde, que muere para dar fruto abundante para no quedarse en grano
fallido. Es necesario internarse en su Corazón para dar fruto abundante.
El Padre, como siempre en la
vida de Jesús, corrobora con la experiencia que se narra que Jesús va a la
muerte, a entregar la vida por amor en docilidad a su proyecto. Es el Amor
redentor a todos los que le ha encomendado el Padre, a una humanidad que vaga
como oveja sin pastor. A los que Jesús
dirige los pasos de su Corazón lleno de esperanza.
Nos acercamos en nuestro
itinerario cuaresmal a Jerusalén, a la Luz pascual. Jesús, abiertamente habla
de su pasión, muerte y resurrección y quiere dejar muy claro que es un designio
del Amor del Padre. Va a la pasión por Amor como decimos en la plegaria
eucarística: “Voluntariamente aceptada”.
No va a la muerte solo. La
pasión y resurrección, como obra salvífica, es obra del Amor del Padre que
entrega a su Hijo y nos da su Espíritu Santo para que tengamos vida y la
tengamos en abundancia. Y va grabando en nosotros, a fuego lento, un amor que
se hace Corazón entregado.
Nos acercamos al misterio de
su muerte y resurrección y, a la vez, nos lanzamos con la convicción de que no
estamos nunca solos, nos acompaña, como a Jesús, toda la Trinidad de la cual Él
forma parte. Su Amor entregado para que tengamos vida y la tengamos en
abundancia. Nos habla de mucho fruto, cuando somos grano de trigo que muere en
el surco de la vida
+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres