sábado, 17 de marzo de 2018

HOMILIA DIA SAN JOSE, 19-03-2018

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA

EVANGELIO PURO

19 DE MARZO


Mt. 1, 16, 18-21, 24 a  Lc. 2, 41-51ª

San José, es Evangelio puro, el hombre justo que vivió para entregar y amar desde la profunda humildad de ser “la sombra del Padre”.
Tres claves hacen de San José, después de la Virgen, el más santo y el más preferido por Dios, pues el Señor lo puso para que cuidase de María y del Niño. Cumplió, con fidelidad y amor a la perfección, el proyecto que el Señor le había encomendado. Se fió de Dios y no le importó desaparecer y vivir en la humildad de las almas gigantes y grandes con profunda humildad.
1.   No tener más proyecto que el de Dios y unirse a la fe de su mujer, madre de los creyentes. Quiso ocupar el puesto del amor humilde, de cuidar sin ser notado demasiado, de acompañar hasta el final y vivir en el gozo de quien vive cumpliendo la voluntad de Dios. Sus silencios, sus alegrías, el último puesto, el que siempre eligen los que quieren amar hasta el extremo y no salir en la foto. Su vida estuvo tejida de silencios y abrazos, de ternura hacia Jesús, que no quiso renunciar a ser acunado y querido por un “padre” y una madre en la noche oscura de la vida.
2.   Amar sin poseer, sin que nada te pertenezca. Casi sin preguntar nada. Sencillamente amando, como “a lo tonto”. Sin darse uno cuenta que cuando se ama de verdad se produce el “olvido de sí”, tan clave para la vida cristiana. Sólo aman de verdad aquellos  que, en su vida, han vivido de verdad amando con un amor tejido más de silencios que de palabras, más de obras que de teorías, más de sencillez que de gestos de películas. A San José le toca el papel difícil de un amor oblativo, de un amor sin derecho de propiedad. Sólo amar estando cercano.
3.   Saberse retirar a tiempo. Su amor le hizo saberse querido cuando tenía que estar y cuando ya no se le necesitaba. No se rebeló. De hecho no aparece en la vida pública de Jesús. Probablemente, murió en los brazos de Jesús y de María. Se alejó de puntillas, como las almas grandes que son capaces de saber estar y morir en cada circunstancia de la vida. No tuvo tiempo para darse vueltas a sí mismo y quedarse en la cuneta de los frustrados.   Sencillamente cuando le llegó el momento de retirarse lo hizo con el amor y la dignidad de los discípulos de Jesús.

+Francisco Cerro Chaves 
Obispo de Coria-Cáceres