El dolor nos fragmenta
Hay que descubrir la oración diaria como una auténtica trituradora de nuestros habituales sufrimientos.
No tiene nada que ver sufrir con Cristo, qué sufrir sin Cristo. Con tan buen amigo, decía Santa Teresa de Jesús, todo se puede padecer.
El dolor nos fragmenta, nos divide, nos mete en crisis a todos.
La oración cristiana por el amor unifica, pacifica y sobre todo da una perspectiva nueva al sufrimiento.
Nos abre el corazón, como el de Cristo.