Meditación
Lo contó un Papa.
Cuando estuvo en Paris observó una mujer que pedía a la entrada de una iglesia.
Sabían que había sido una mujer bellísima. Nunca levantaba la cabeza. No se veían sus ojos. Alguien un dia en vez de unas monedas les regalo una rosa.
Ante aquel gesto le vieron su cara que levantó y sus grandes ojos. Dicen que desde entonces se le veía siempre sonriente, porque alguien en vez de limosnas, con una rosa le había dicho que la quería.
† Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres