LOS
CINCO FRUTOS DE LA PREPARACIÓN DEL SÍNODO EN ESTOS MOMENTOS
TODAVÍA OS PODÉIS SUMAR MÁS GRUPOS Y PERSONAS
Algunos me preguntaban si estaba convencido de lo que el
Sínodo puede ofrecer de fuerza y novedad para la comunidad diocesana que camina
en Coria-Cáceres y les contesto que, con las claves que nos ha repetido el papa
Francisco, estoy convencido de que hoy ya el Sínodo ha dado frutos inmensos.
1. Orar juntos. Todos los Grupos Sinodales rezan juntos,
invocan al Padre, experimentan que caminan juntos con Cristo para buscar,
renovar, y fortalecer la fe. Orar en comunidad es ya un fruto que el Sínodo
ofrece a toda la diócesis para “aterrizar” en buscar soluciones, juntos y no
divididos, y ¿podemos estar unidos si no es en el Corazón de Cristo? Para esto
necesitamos orar juntos. Estar juntos. Escuchar juntos.
2. El fruto del diálogo juntos. El Vaticano II nos lanza
a un diálogo para buscar juntos con Cristo la auténtica salida a los grandes
retos que en estos momentos tenemos pendientes, en esta nueva etapa:
evangelizar; el que se pueda dialogar y compartir las preocupaciones por la
transmisión de la fe, por ayudar a los más pobres que viven envueltos en todas
las crisis; el que los laicos deben vivir su vocación en el mundo y en una
Iglesia Diocesana que busca renovarse. ¿No es esto ya un inmenso fruto?
3. El fruto de poder hablar con libertad. Si es el obispo
el que nos pide nuestra aportación y colaboración de hablar con liberad y
respeto, es ya un fruto de corresponsabilidad. ¿Existen muchas instituciones
actuales que nos pidan que colaboremos y podamos aportarle nuestras iniciativas
con la convicción de que son escuchadas?
4. El esfuerzo de unos materiales claros, sencillos y
participativos. Ofrecidos por cuatro comisiones. Nuestra gente, si entiende lo
que debe reflexionar y lo que pide la Iglesia Diocesana en estos momentos. En
muchos de los Grupos Sinodales en los que estoy presente, contrasto que la
gente participa y se siente que pueden dialogar y que son importantes para Dios
y para la Iglesia que les convoca y les pide su opinión, sus dificultades y sus
esperanzas.
5. Cómo la Iglesia tienen las puertas abiertas. Es un
fruto que ya se está dando y que estamos empezando. Grupos Sinodales abiertos,
como nos recuerda aquella canción: “Un nuevo sitio disponed para un amigo más,
un poco más que os estrechéis y se podrá sentar...”. Nuestro XIV Sínodo
Diocesano, que está cumpliendo su misión de corresponsabilidad por lo que lo
convoqué y que estoy seguro que solo estamos empezando, es la gracia que Dios
quiere derramar sobre esta “Iglesia milenaria suya, pobre y sencilla”. Nuestra
Madre Virgen de Argeme y el bendito Pedro de Alcántara nos echan las dos manos
en esta tarea. A partir de ahora ¿qué hacemos? Seguir creyéndonos que estamos
todos implicados en este Sínodo: el obispo, los sacerdotes, los diáconos, los
consagrados, los laicos. Están participando muchos hombres y mujeres. Grupos
significativos de jóvenes y familias enteras que están convencidos de que no se
puede perder esta oportunidad. Los niños están trabajando y nos ayudan siempre,
ellos son el tesoro del Evangelio y de la Iglesia
¿Estamos todos? Los que faltan todavía están a punto
¡No te lo pierdas! Te necesitamos.
¿Podemos llegar a los 4.000 participantes? Queda poco y
depende de ti. Un abrazo.