MANOS ABIERTAS
Recuerdo
la canción. También el lugar. En un grupo de jóvenes en un pueblo. Repetía una
y otra vez: “que suerte es tener un corazón sin puertas, que suerte es tener
las manos siempre abiertas”. Recuerdo que unas manos abiertas nos invitaban a
no cerrar el corazón a nadie. Así es el Corazón de Cristo. Todavía perdura la
impresión de tratar de buscar abrir las manos y el corazón a los que vienen a
nosotros.
† Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres