ORAR ABURRIDO
A veces
la oración se hace cuesta arriba. Contamos hasta las flores que adornan el
Sagrario. No sabemos qué decir. Nos parece todo tan sabido. Si leemos, se nos
caen de las manos lecturas que antes nos decían tanto. Ni siquiera sabemos
expresar una palabra de amor. La imaginación vuela a sus anchas. Miramos el
reloj de reojo muchas veces y así y todo permanecemos a su lado; ir tirando “te
quiero” nos hace descubrir que, como decía Raymon en Tres monjes rebeldes, darte gracias distraídas entusiasman el Corazón
de Dios… y todo cabría porque Él me sigue amando en medio de mis distracciones.
† Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres