sábado, 28 de febrero de 2015

¿GUARDAR SILENCIO EN LOS TEMPLOS?

¿GUARDAR SILENCIO EN LOS TEMPLOS?



Son muchas las personas que me dicen una y otra vez el poco respeto y silencio que se vive dentro de los templos, en nuestras iglesias, en los lugares sagrados.
Algunos me dicen, con razón, que debemos decir una palabra autorizada y clara, porque todos los intentos han fallado. Ni la música de fondo, ni tener a una persona
llamando al silencio, ni enfadarse seriamente con los que quizás ya no saben distinguir en un lugar público si es o no un lugar sagrado.
La verdad es que los primeros que tenemos que dar ejemplo de respeto y silencio somos los que vivimos en el entorno del templo. Nuestro saber estar, educar a los que quizás entran por primera vez en el templo.
Os cuento una anécdota que me ocurrió hace años. Asistía
en un santuario mariano a un encuentro masivo y se hablaba verdaderamente como en la calle.
Faltaba un sentido mínimo de respeto. El rector del santuario se puso al micrófono y comenzó a tratar de callar a la gente con todo tipo de motivaciones. Después perdió los papeles y una y otra vez los callaba, pero no conseguía el silencio respetuoso que pretendía. Al entrar en la sacristía se dirigió a mí y me dijo: ¿Se ha dado cuenta?
Al final los he callado. Le contesté al momento: usted los ha vencido, pero no los ha convencido. Los ha callado, pero no ha conseguido que caigan en la cuenta del lugar donde están y hagan silencio para una oración que nos prepara a la celebración. Ayudarles a guardar silencio, descubriendo que en su interior por ese silencio se da el
encuentro con Dios.
Ante esta realidad quiero, en tres puntos sencillos, manifestaros lo que estoy convencido de que entre todos vamos a tratar de darle solución cristiana desde una realidad que no podemos obviar.
1. Nuestra sociedad no es cristiana. No tiene en estos momentos ideas claras sobre si un lugar público es o no sagrado. Aquí tenemos que trabajar y hacer una catequesis ocasional que ayude a devolver a los lugares sagrados su dignidad.
No es cuestión de “callarlos”, de ponernos nerviosos, sino de educar en la fe, para que los acontecimientos vividos en la fe exijan un respeto y consideración que no podemos dar por supuesto. Esta actitud de los que vienen a nuestras celebraciones nos están indicando su sentido de la fe ¿No es esto un catalizador de que la fe de la gente que viene a nuestras celebraciones está muy lejos de conocer y vivir en profundidad la vida cristiana?
2. Sería muy positivo que poniendo todos los medios se
respete los templos como “casas de oración” y no un “mercado”. Dediquemos tiempo a educar en la fe aunque sea de modo ocasional. Descúbranles que tiene alma, interioridad, que es necesario el silencio para el encuentro con Dios y consigo mismo. ¿Por qué dice San Lucas que María guardaba todo en su corazón? Porque tenía un tesoro dentro, Jesús.
Muchos de los que vienen a nuestras celebraciones no
saben lo que es la interioridad, por eso viven en una profunda superficialidad. Ayudémosles, pero no los “echemos” del templo, menos que saquen la conclusión de que estamos escasos de acogida.
3. A nivel práctico podría ser una iniciativa que antes de
las celebraciones masivas una persona explicase la ceremonia y diese motivaciones. Entrar en un recinto sagrado exige un respeto. Recordemos la frase del hermano Rafael: “Hermano, calla, que estamos hablando con Dios”. El guardar silencio siempre tiene mucho que ver con experimentar lo que dice el Salmo: “estar habitado y no tener en el corazón una soledad poblada de aullidos”.

+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres