La
ceguera del corazón sólo la cura el resplandor del Amor de Dios.
Te
grité en el camino. Sabía que Tú siempre pasas cerca cuando nos visita el
dolor. Me decían que me callase. Que me aguantase. Que Tú eres “el mito de los
locos”. Aún seguí clamando en la noche de mis ojos. Y… llegaste hasta mi.
Pusiste tus manos en mis ojos heridos y arrasaste mis miedos y cobardía y… te
vi. Al verte a Ti, vi todo lo demás y comprendí que sólo hay curación cuando se
siente uno pobre y se espera.
Ayúdame
a curar mi corazón, herido por el pecado y el egoísmo. Sé que Tú estás siempre
iluminando mis ojos para que pueda contemplar al Amor, que eres Tú.