jueves, 11 de septiembre de 2014

El misterio de la ternura


Toda nuestra oración está envuelta en el misterio. Un misterio que es luminoso. Es el misterio del Dios encarnado que es capaz de amar con corazón humano.
A mí, el misterio de su ternura me sugiere siempre, en los ratos de oración, que tenemos que extasiarnos y admirarnos ante el amor. La ternura de Dios es la capacidad de dejarse seducir por nosotros y de acercarse a nosotros en pobreza, para que no le tengamos miedo, pues ahora su amor es como una gallina recogiendo a sus polluelos; verdaderamente nos ha visitado “la entrañable misericordia de nuestro Dios”.