(Orar
con Jn. 21, 15-19)
Pedro junto al lago,
con todas sus heridas y todas sus negaciones, volvía a estar delante del Señor
de la Vida Verdadera.
No fue fácil dejarse
mirar a los ojos. Sobre todo saber que sus negaciones, vividas desde la mirada
de Dios aún tenían solución.
No es fácil aceptar
que cuantas más dificultades tenemos, más debemos arrojarnos en su Corazón y
decirle una y otra vez “Tú lo sabes todo,
tú sabes que te quiero”. Y vivir con la convicción de que cuanto más
nos acojamos a su amor, más nos compartirá el Señor sus grandes cosas, sus grandes
amores.
Es necesario vivir
con el convencimiento de que el Señor se aparece en todas las circunstancias de
nuestra vida, en medio de nuestras desgracias y nos pregunta una y otra vez
“¿Me amas?”.
Es fundamental que
una y otra vez le podamos decir al Señor que Él conoce nuestras heridas pero
que, a pesar de todo, también conoce nuestra confianza.