Son muchos los que preguntan
¿Dónde está tu Dios?
Algunos me dicen: ¡pobrecito!
Otros se ríen de mi.
Algunos me toman el pelo.
Pero, de pronto,
descubro sus vidas,
el desenlace de sus búsquedas,
y me aferro a Ti, Señor.
No quiero buscar más poder, como ellos,
ni más tener,
como los que me tachan de “pobrecito”,
ni buscar más placeres
para revolcarse en sus ganancias.
¡Y te aseguro, Señor,
que en Ti lo encontré todo!
Amén