Sabemos,
Jesús,
que
en la tempestad
siempre
existe
el
Refugio de tu Corazón
cuando
llega la tormenta.
Déjame
en la tempestad
atravesar
y vencer el miedo
pues
vivo con la confianza
de
que tú vences los obstáculos
porque
vives siempre
apaciguando
todas
nuestras
tempestades.
Amén.