Siempre
recuerdo aquellas palabras proféticas del P. Pedro Arrupe, general de la
Compañía de Jesús, cuando dijo: “vosotros
que decís que habéis aprendido todo de los pobres, de los que sufren, aprended
de ellos a querer al Corazón de Jesús”. Los que sufren, cuando viven ese
sufrimiento a la luz del Corazón de Cristo, nos evangelizan. Es verdad, el
Corazón de Jesús es una espiritualidad para los que sufren, para los pobres.
En el
Corazón de Jesús descubrimos que amar y ayudar a los necesitados es camino
obligatorio para los que han contemplado al traspasado. Sin una experiencia
fuerte de amor a Jesús, es imposible mantener un servicio gratuito a los que
sufren. Sin una experiencia de contemplación, también es imposible encontrar el
camino hacia el corazón de los que lo pasan mal. Es necesario recorrer el camino
de los pobres, si queremos entrar en lo más profundo del Corazón de Jesús.