Hoy,
Jesús, he recorrido
el
camino de la vida
siempre
en tu Presencia.
No
me he sentido lejos de nadie,
con
mis manos pobres
he
alimentado a todos
los
que se han acercado a buscarte.
Ahora
que cae la tarde
me
encuentro en esta paz profunda
que
brota de contemplar tu rostro
y
decirte una y otra vez:
“¡Quédate
conmigo,
pues
el día está terminando!
¡No
me dejes nunca solo porque me perdería!”.
Y
experimento un gozo inmenso
cuando
me dices:
“No
temas, soy Yo caminando a tu lado”.
Amén.