En
medio de la gente,
con
el ruido de la moto
que
cruza la calle,
sin
dar tregua al cansancio,
he
visto Tu rostro, Señor.
En
todos los lugares
que
he conocido en mi vida,
cuando
creía que no estabas,
de
pronto te acercabas
de
puntillas,
galopando
en la noche
y me
estrechabas
contra
tu corazón
como
un regalo de estrellas.
Amén.