Nunca
me he sentido más feliz
que
cuando, acurrucado entre tus manos,
tan
inmensas, tan de niño,
me
has cobijado recordando tus promesas:
“quiero
recogerte entre mis plumas
como
la gallina reúne y recoge a sus polluelos”.
De
pronto he vivido la experiencia de tu amor
que
cuida de mí más que del átomo y de la rosa.
Amén