1. Nuestra
oración es el termómetro de nuestra entrega sacerdotal.
2. Un día sin
amar y sin oración es un día perdido en la vida.
3. Cuando nos
acostumbramos a vivir la vida sacerdotal sin oración, acabamos quemados por la
rutina.
4. Dedicar todos
los días una hora a la oración personal y el resto del tiempo “a sus cosas” que
deben ser “las nuestras”.
5. Sin oración
se resiente nuestra generosidad.
6. Orar es amar al
estilo del Corazón Abierto.
7. Sin oración
no se sostiene la entrega de la vida a los pobres.
8. Cuando oramos
vemos la pastoral de otra manera, vemos las dificultades como un reto de
puertas abiertas.
9. Cuando la
Liturgia de la Horas se hace verdaderamente alimento orante del camino, a
nuestro sacerdocio le crecen alas.
10. Orar es
siempre vivir la verdadera comunión entre los hermanos.