martes, 9 de abril de 2013

¿Y quién es mi prójimo?


El buen samaritano. Espiritualidad para la caridad.
Editorial: Monte Carmelo
Año de edición: 2011
ISBN: 978-84-8353-351-2

Hay quien dice que el relato del Buen Samaritano da por hecho un problema estructural que es el origen de la historia: había salteadores en el camino que unía Jericó con Jerusalén. Y, por lo tanto, si el amor al prójimo lleva a cuidarnos del herido también nos ha de llevar a crear las condiciones sociales para que los heridos y salteadores sean cada vez menos o incluso desaparezcan. Caridad y compromiso con la paz y la justicia van necesariamente unidos.
Toda la Iglesia tiene que vivir la caridad que siempre “manifiesta el amor de Dios otorgando valor teologal y salvífico a todo compromiso por la justicia en el mundo”, dice Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate. Podemos decir que la Iglesia, cuando organiza y realiza obras de justicia y caridad, está evangelizando con las manos, con el testimonio, y lo hace por medio de sus propias instituciones sociocaritativas en las que desempeñan un papel prioritario el conjunto de sus fieles laicos.
En efecto, es tarea peculiar de los laicos la organización del mundo según el corazón de Dios, de modo que no haya salteadores de caminos ni, consecuentemente, heridos abandonados en la cuneta. La Iglesia en su conjunto, y cada uno de sus miembros, es samaritana cuando procura un orden social más justo, más pacífico y más fraterno y cuando cura y acompaña a los colectivos que son excluidos de la mesa común. Entre los que cabe destacar hoy día colectivos tan dolientes como los parados, emigrantes, ancianos, enfermos, personas solas, etc…, a quienes se refiere más en concreto el autor de estas páginas como obispo de su entrañable diócesis de Coria-Cáceres.
(De la contraportada del libro)