Editorial: Monte Carmelo
Año de edición: 2011
ISBN: 978-84-8353-326-0
Aunque la tarea evangelizadora de la Iglesia
no les competa exclusivamente a los sacerdotes, sino a todo el pueblo de Dios,
el sacerdote desempeña, sin embargo, una tarea insustituible. Teniendo en
cuenta que son el signo visible del amor del Corazón de Jesús en el mundo, cada
sacerdote debe ser “un corazón que se
conmueva delante de las heridas y de los sufrimientos espirituales, morales y
corporales de cada hombre o mujer a ejemplo de Jesús, Buen Pastor”. Por
ello los fieles tienen derecho de buscar y encontrar en el sacerdote al hombre
de Dios, al consejero, al mediador de paz, al amigo fiel y prudente y al guía
seguro en quien se pueda confiar en los momentos más difíciles de la vida para
hallar formación, consuelo y firmeza. Pero también, en cada Iglesia local,
todos hemos de esforzarnos para que el Seminario sea una verdadera familia, una
auténtica comunidad y semillero de discípulos que vivan la alegría del
seguimiento de Cristo y en la que resplandezca el Espíritu del Señor y el amor
a la Iglesia.
(De la contraportada del libro)