CUENTOS DOMINICALES
2-8-2020
Me
quedé dormido de puro cansancio. Había entrado en una iglesia. La buena
temperatura y un gran recogimiento silencioso me dejaron grogy.
Soñé
que me encontraba delante del Padre eterno que me juzgaba con
misericordia. Intenté darle y presentarle todas mis virtudes y mis buenas obras.
Veía
que Dios me indicaba que mirase un letrero luminoso en la entrada del
cielo donde ponía... Aqui no se entra solo. Es necesario confesar que se
ha vivido con Dios...
Y lo más importante que no puedo entrar si por lo menos no descubro diez cosas que agradecer.
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Arzobispo de Toledo, Primado de España