Domingo de Pentecostés.
31-5-2020
Jn 20,19-23.
El Espíritu Santo el gran desconocido, es el don del
Resucitado que tiene como misión formar en nosotros los sentimientos de Cristo.
1. En el domingo de Pentecostés la Iglesia se manifiesta como una santa católica
y apostólica. No hay evangelización si no somos enviados por el Espíritu Santo
desde la intimidad del cenáculo para la vida del mundo. Sin intimidad con
Cristo Eucaristía no puede haber fecundidad. Sin la reconciliación, sin el Espíritu
Santo que nos envía el Resucitado para sembrar la paz del corazón, no se puede
dar sin el perdón de los pecados.
2. Siempre que Jesús habla de sed, de agua viva, de fuente, de manantial no está
lejos el Señor y dador de vida. Siempre la tercera persona de la Trinidad, el Espíritu
Santo, se nos ofrece a través de sus dones y de sus frutos como el artífice de
la santidad. San Juan siempre que presenta al Espíritu Santo nos habla de la
profunda humildad de Jesús que tiene un Corazón manso y humilde y que ha sido
formado en las entrañas purísimas de la Virgen por obra y gracia del Espíritu
Santo. Es el Corazón de Jesús que en la fiesta de los tabernáculos grita sacerdotalmente,
quien tenga sed que venga a mí y beba y de sus entrañas brotaran torrentes de
agua viva y matiza Jn 7, que se refería al Espíritu Santo que actúa en los
cristianos. Actúa por la gracia en el corazón de todos los bautizados.
3. San Agustín decía contemplando la Trinidad que el Padre es el Amante, el
Hijo es el Amado y el Espíritu Santo es el Amor.
Pentecostés era la fiesta para los israelitas de la
cosecha. La gran cosecha del Resucitado, sembrado con lágrimas en la Pasión, ha
dado como fruto de cosecha del Espíritu Santo que tiene como misión, el
conducirnos a lo mismo que condujo a Jesús y que es la santidad
+ Francisco
Cerro Chaves
Arzobispo de
Toledo. Primado de España