Séptimo domingo de Pascua.
Ascensión del Señor.
24-5-2020
24-5-2020
Mateo 28, 16-20
La gran tentación del corazón humano es pensar que Dios está
lejos y que se aleja de nosotros muchas veces, sobre todo cuando lo pasamos
mal. La Ascensión del Señor cuando no se profundiza, se queda en una especie de
despedida donde el Señor se va y nos ha quedado aquí en la intemperie.
1. La Ascensión es que el Verbo se sitúa con su humanidad en
el corazón de la Trinidad. Ahora esta más cerca de nosotros que nunca. Mas
intimo que nuestra propia intimidad decía San Agustín. La Ascensión culmina lo que ha repetido una y
otra vez Juan de ser elevado, ser glorificado...cuando yo sea elevado en lo
alto lo atraeré a todos hacia mí. El Señor ha sido elevado en la crucifixión,
en la Resurrección y en la Ascensión. Todo forma parte del plan del Padre, su
proyecto de Amor es ser elevado porque antes ha buscado el abajamiento, la Kénosis,
la humillación.
2. El ascendió a los cielos junto al Padre. Ha ido a
prepararnos una morada para vivir eternamente en su casa, en su intimidad. La Ascensión
no es lejanía, no es subida, sino un deseo cumplido de la Trinidad para que
nuestros corazones sean inhabitados. Es una autentica Presencia que recrea y
enamora porque el Señor se ha quedado con nosotros en la presencia eucarística,
en la Iglesia, en los que sufren...hasta el final de los tiempos. Elevado en la
Ascensión al cielo es para estar más cerca de los que peregrinamos en la
tierra. Lo encontramos en los sacramentos y la oración vividos en fe en
esperanza y caridad.
3. Vivamos siempre lo que el Evangelio nos alienta a vivir
en este tiempo, contemplando al Corazón Vivo de Jesús donde su humanidad ha
quedado en la Trinidad. El Verbo se hizo carne y ha subido con su corazón de
carne a lo más profundo del cielo en la vida trinitaria.
+ Francisco
Cerro Chaves
Arzobispo de
Toledo. Primado de España