Cuarto domingo de Cuaresma.
Laetare.
22 de marzo de 2020
Jn 9, 1-41.
Seguimos caminando al encuentro con Cristo luz pascual,
iluminados por el Espíritu Santo que cura todas nuestras cegueras. En la medida
en que avanzamos en la identificación con Cristo, sabemos que aunque caminemos
por cañadas oscuras, nada debemos temer. El Señor encauza con la Luz de su
Corazón muestras tinieblas, para vivir en la Luz sin ocaso que es Cristo.
1. Este pasaje es leído por la Iglesia en clave catecúmenal. Es caminar
sabiendo que aunque seamos ciegos él nos guía y nos alimenta. El ciego de
nacimiento narrado magistralmente por Juan es un texto que no deja indiferente
a nadie. El protagonista principal es Jesús en su deseo inmenso mesiánico de
dar la vista a los ciegos. Jesús va a buscarlo porque tiene deseo que descubra
la luz en medio de todas nuestras cegueras. Otros protagonistas son aquellos
que no pueden aceptar que Dios haga milagro con los pobres...además era un
sábado.
2. Contrasta la actitud de Jesús de sanar los corazones afligidos y hacer oír
a los sordos, ante la actitud siempre nefasta de quienes en la práctica no
creen en la bondad de Dios, el Señor actúa siempre con sencillez y humildad.
Como desde el principio, desde el paraíso crea y recrea a través de la pobreza
del barro. Untando la tierra con saliva, nos ayuda a vivir como el Señor, nos
ama desde nuestra pobreza y construye cuando le dejamos que nos toque con su
Misericordia.
3. A pesar de todos los obstáculos que le hacen pasar al ciego, al final cree
que el Señor ha estado grande y construye desde nuestra pobreza. Es clave saber
de quién me he fiado. Es curioso que la fe humilde del ciego, pone en tela de
juicio a los que son incapaces de reconocer la acción de Dios en todas nuestras
oscuridades y cegueras....hacia la luz de Pascua
+ Francisco
Cerro Chaves
Arzobispo de
Toledo. Primado de España