DOMINGO III
DEL TIEMPO ORDINARIO 2018
Mc. 1, 14-20
VENID
CONMIGO
La vida cristiana no es otra
cosa que el seguimiento de Cristo. Es acoger la llamada de Jesús: “Venid conmigo”. Sería lo que San Ignacio
de Loyola, en la segunda semana de los Ejercicios, El seguimiento de Jesús,
nos propone, en resumen, seguir a Jesús. Sería vivir “el Contigo y como Tú”. Así llama Jesús a los primeros, junto al lago. El lago como lugar donde
transcurre la vida de la gente, donde se vive, se trabaja y se sufre. ¿Quieres
venirte conmigo y vivir como Yo? Nuestra respuesta es: Contigo, Señor y como Tú. Sin ambigüedades. El Señor siempre nos
llama desde la realidad de nuestra vida.
No existe ninguna auténtica
llamada del Señor que no sea a descubrir lo que decía Benedicto XVI, que se
comienza a ser cristiano no por una orientación moral o ética sino por un
encuentro con Jesús que te cambia la vida y la orientación de la misma. Todo
hombre o mujer que se encuentra con Jesús, lo primero que descubre es una
mirada que te invita a seguirle. “Vente
conmigo y vivirás”.
Esta es la razón de la
vocación, de toda llamada que luego irá aterrizando en el sacerdocio, la vida
consagrada, en el matrimonio, pero siempre tiene como base una mirada de Jesús
que seduce y enamora y que te lleva a vivir con los sentimientos de su Corazón.
Sin esta base, sin este encuentro en el corazón de la vida, en el lugar de la
existencia, no vendrá lo demás.
Todo llamamiento de Jesús es
una seducción a vivir con Él. Muchos cristianos viven el seguimiento de Jesús,
la vida cristiana, como “una carga” que hay que llevar como se pueda. Es verdad
que a veces no es fácil seguir a Jesús con todas las consecuencias, pero
tenemos que vivir desde el encuentro con Jesús la vida cristiana como “lo mejor de la vida”.
+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres