Fiesta del Yom Kippur
Atardecía en Jerusalén. Era
un día de otoño. Miles de judíos rezaban delante del muro. Su llanto era de
verdad un grito de deseo de Paz y de
Amor: “nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión”. Cuando me disponía a rezar
con el Salmo 50 antes de entrar en el recinto, un joven me pidió confesión.
Estuve un rato largo con él. Cuando le daba la absolución de sus pecados
experimenté la inmensa alegría de que el Señor en todos los lugares de la
tierra sigue llamando a la conversión.
† Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres