UN
DESIERTO SIN CAMINO
Nos
hemos parado subiendo a la ciudad santa de Jerusalén un rato en el desierto. El
desierto de Judea es increíblemente bello en su austeridad. Probablemente existan
otros desiertos más bellos, más espectaculares, sin embargo estos desiertos que
vieron los ojos de Jesús es de una belleza y sugerencia total.
El
desierto sin caminos aquella tarde nos hizo descubrir que Jesucristo es el
Camino de la Vida verdadera. La tierra pobre del desierto me habla de caminar
hacia la tierra prometida
+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres