Recuerdo siempre su
rostro, su cansancio, sus manos, su ternura. Fue en una visita pastoral que
hice a las Hurdes. Llovía.
Ante aquélla mujer,
ante aquélla escena, descubrí toda la riqueza que encierra el corazón humano,
cuando todo se vive desde Dios.
Su nombre resumía toda
la sencillez y la belleza de quien ha cumplido años, pero sobre todo ha cumplido
sembrando esperanza.
María, sencillamente,
fue en aquélla mañana una brisa de esperanza.