Señor, nos han dicho que
vienes,
que estemos preparados
pues siempre llegas de
repente
como ladrón en la noche.
Un escalofrío ha pasado por
todo mi cuerpo
al saber que vendrás, que ya
estás ahí.
He sentido vergüenza,
me ha dado miedo mi
desnudez,
como a Adán y Eva.
Ante mis pecados,
he preferido huir y
esconderme
tras los árboles de la
ciudad.
Sin embargo, Señor, tú has
venido
y has preguntado por mí.
Has sido tú, el que has
salido en la noche,
me has buscado por todas las
aceras,
te has presentado en los
lugares de moda,
has preguntado en los sitios
que siempre he frecuentado.
Y de pronto…
Sí, sabía que eras tú,
ya no me envías mensajes,
eras tú en persona,
el amor de mi vida;
me has encontrado
y no quiero perderte jamás.
Amén.