MIEDO
Confieso que este texto
siempre me ha ayudado en todos los momentos de mi vida por la sabiduría que
encierra.
Jesús ora en la madrugada.
Busca los lugares solitarios. Pero, nunca se olvida de la gente. Los que dicen de
los orantes que se olvidaron de la humanidad caen en la calumnia y expresa que
ellos nunca oraron de verdad.
La clave está en que Jesús,
desde su oración, desde el monte, contempla a los que se debaten con miedo, con
perplejidad, en los mares embravecidos de la vida. Jesús camina hacia ellos,
camina hacia las aguas, que es propio de Yahvé, de Dios, del Espíritu, que se
cernía sobre las aguas.
Este pasaje expresa
maravillosamente que Jesús es, cien por cien, divino y cien por cien humano. En
su divinidad camina sobre las aguas, en su humanidad se conmueve ante las
personas que lo está pasando muy mal.
El miedo siempre paraliza el
corazón humano y nos hunde. Jesús anima a Pedro a caminar hacia Él. Al
principio lo consigue y, después, la duda y las dificultades del mar
embravecido le hacen hundirse en el agua. Al final, el Señor cuando nos fiamos
y confiamos en su Corazón nos saca siempre de los apuros. Ni nos traga la
corriente, ni nos hundimos en el mar. Cuando nos cogemos de su mano, aunque nos
digan que somos personas de poca fe y que la duda forma parte de nuestra vida
de seguimiento de Jesús, salimos siempre a flote.
Marchemos siempre tras el
Señor y descubramos que no existe nada que nos lance más al auténtico
compromiso con los hermanos que cuando somos capaces de entregar la vida por
amor y sembrar de esperanza y de acogida a los que se debaten en el mar
embravecido de la vida, con nubes de miedo y con la confianza en su Corazón
† Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres