AÑO
DE LA MISERICORDIA
(COMIENZA
EN LA INMACULADA)
En pleno momento de sacar
adelante, como un auténtico ejercicio de la corresponsabilidad, nuestro Sínodo
Diocesano, la propuesta de Francisco, promulgando el Año de la Misericordia,
nos viene como anillo al dedo. ¿Por qué? Es clave que todo lo que estamos reflexionando
en el Sínodo y sobre todo rezando juntos, nos lleva a buscar soluciones para
esta Iglesia diocesana “milenaria, sencilla y humilde”, que desea ser fiel al
Señor y acertar en la evangelización de una sociedad donde se ha perdido la
primacía de Dios y sobre todo la esperanza de que “otro mundo es posible”. Es
necesario volver una y otra vez a la unión con Cristo, que nos lleve a la
esperanza. ¡Un año dedicado a la Misericordia! Todas las iniciativas del Papa
Francisco, sólo se pueden vivir cuando todos los cristianos nos tomamos en
serio que no se puede evangelizar sin Misericordia, pero la Misericordia se
experimenta y se transmite cuando vivimos la verdadera mística los que entran
en el verdadero misterio de Dios y lo experimentan.
En este año de la
Misericordia, desde el Sínodo Diocesano, deberemos acentuar estos tres
aspectos:
1. SENCILLEZ a la hora de
que la Misericordia del Señor impregne toda la actividad sinodal: los trabajos,
los materiales; sin esa Misericordia que debe impregnar toda la vida diocesana,
toda la pastoral, nos perdemos una y otra vez ante la falta de respuesta y
fecundidad, y pasemos a engrosar el número de quemados intensivos.
2. ARMONIZAR, es decir, que
todo lo que estamos haciendo y realizando en el Sínodo Diocesano, como un
caminar juntos con Cristo, nos debe llevar a crear una verdadera etapa, marcada
por la misericordia. Siempre se puede armonizar todo, no para multiplicar
frentes, que a veces nos agotan, sino sencillamente armonizarlo todo desde una
verdadera profundización en lo que es prioritario. Al XIV Sínodo tenemos que
darle una espiritualidad, un alma, y esto es lo que nos aporta el Papa
Francisco con el Jubileo de la Misericordia.
3. ATERRIZAR. Lo mismo que
los temas sinodales nos llevan a un aterrizaje en propuestas de renovación, no
se podrá realizar sin un volver una y otra vez a la Misericordia del Señor.
Aterrizar es lo que nos propone el Sínodo y el año de la Misericordia. Primero
la ternura en la propia vida que necesitamos todos de la acogida, de la infinita
Misericordia. Nadie podrá transmitir la Misericordia del Señor, si antes no
hemos sido capaces de acogerlo y sobre todo de “creernos” que también Dios es
Misericordioso conmigo porque nos experimentamos necesitados de Misericordia.
Sin el Amor del Señor Misericordioso probablemente construyamos poco y una
pastoral sin vida, sin alma, sin corazón. Caminar juntos con Cristo, en Sínodo,
y a la vez en clave de Misericordia, puede ser, contando con su gracia y
Misericordia, el que se realice la paella, es decir se puede acertar. Un Sínodo
con entrañas de Misericordia.
+Francisco
Cerro Chaves
Obispo
de Coria-Cáceres