martes, 30 de septiembre de 2014

Todo no es un mercado


(Orar con Jn. 2, 13-25)
Vivir con pasión el amor al Señor y a todos es la clave del Evangelio. Pasión que no significa, ni mucho menos, fanatismo y, menos aún, hacer uso de ningún tipo de violencia, sino que verdaderamente nos creamos lo que significa Jesús, como Nuevo Templo de Dios.
Tenemos siempre el peligro de aguar el Evangelio, es decir, de que perdamos parte de su significado como sal y luz. A Jesús le duele, sobre todo, nuestra falta de coherencia, nuestra falta de entrega o que no nos tomemos en serio lo más radical e importante del Evangelio, que no es otra cosa que vivirlo todo desde el amor de Dios y el servicio de los hermanos. Cuando es mi criterio y no el de Jesús, cuando es mi opinión y no la de Iglesia, cuando yo me convierto en la norma de todo, entonces puedo convertir la casa del Señor en un mercado donde todo vale y, sobre todo, acabo negociando con lo más justo y sagrado que tiene el Evangelio, el Templo de Dios que es Jesús, y los templos que son los corazones de los hermanos. Cuando no se ama, cuando no nos importa nada ni nadie, entonces, es mucho el daño que hacemos convirtiendo todo en un mercado, donde podemos comprar y vender, incluso negociando con las cosas de Dios. Sólo una verdadera conversión nos hace salir de nuestros egoísmos e intereses humanos.
Sólo la llamada profunda a dejar que sea la palabra de Dios la referencia de nuestra vida y la caridad la que nos impulse a entregarnos sin medida a los que sufren, haría que nuestra vida tenga el sello de autenticidad del Evangelio. Es muy conveniente y necesario tomarnos en serio el Evangelio, el seguimiento de Jesús, y vivir la caridad para que el espíritu de la Cuaresma impregne toda nuestra vida del gozo del Evangelio.
Lo más grave de nuestra vida es pensar y vivir como si la misma ya no tuviese solución. Es necesario recuperar la convicción de que todo lo puedo en Aquel que me conforta, como decía san Pablo. De manera especial, tenemos que pedirle al Señor que arroje de nuestro corazón todo aquello que anida en nosotros y que nos impide crecer en el Amor.
+ Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres

lunes, 29 de septiembre de 2014

Noches estrelladas



Siempre me ha fascinado la noche,
con sus misteriosos puntos de luz
en medio de un manto de oscuridad.
Todas las noches
están hechas de luz:
quien creó la noche,
creó las estrellas…
como pistas en el camino.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Que vea



La ceguera del corazón sólo la cura el resplandor del Amor de Dios.
Te grité en el camino. Sabía que Tú siempre pasas cerca cuando nos visita el dolor. Me decían que me callase. Que me aguantase. Que Tú eres “el mito de los locos”. Aún seguí clamando en la noche de mis ojos. Y… llegaste hasta mi. Pusiste tus manos en mis ojos heridos y arrasaste mis miedos y cobardía y… te vi. Al verte a Ti, vi todo lo demás y comprendí que sólo hay curación cuando se siente uno pobre y se espera.
Ayúdame a curar mi corazón, herido por el pecado y el egoísmo. Sé que Tú estás siempre iluminando mis ojos para que pueda contemplar al Amor, que eres Tú.

jueves, 25 de septiembre de 2014

He encontrado un tesoro



El tesoro por el que estamos dispuestos
a venderlo todo
es haber encontrado a Jesús
y, en su Corazón,
a todas las personas que amamos
o a las que deberíamos amar.

martes, 23 de septiembre de 2014

La luz de Dios


(Orar con Mc. 9, 2-10)
En el camino del seguimiento de Cristo hasta la Cruz, se encuentra el Monte de la Transfiguración. Es necesario subir al monte de la contemplación para aceptar y vivir en el valle de la desfiguración. La Iglesia siempre ha leído este texto como una llamada a la oración en medio de las dificultades, como una llamada a contemplar, para ser como una vidriera que deja transparentar la luz de Dios. No podemos bajar al valle de la desfiguración, donde está la cruz desnuda, donde nuestros hermanos viven tremendos sufrimientos, sin subir al monte de la contemplación. Es necesario subir para bajar y bajar para subir. Es decir, no podemos vivir sin la dimensión contemplativa de nuestra vida que es el Monte de la Transfiguración, y no es auténtica esta subida si no lleva el signo de bajar al sufrimiento de nuestros hermanos. El cristiano del futuro será, a la vez, profundamente contemplativo y, además, vivirá inserto en el sufrimiento, en el valle del dolor de cada persona.
En esta subida al Monte de la contemplación, se nos recuerda nuestra profunda identidad de cristiano, que es el objetivo de la Cuaresma, es decir, renovar nuestro Bautismo. Por una parte, somos hijos amados. Ésta es nuestra profunda identidad, mi nombre es el hijo amado de Dios. En Jesús, el Hijo, todos somos hijos amados por nuestro Bautismo. Si me preguntasen cuál es mi profunda identidad de cristiano les diría: «Soy amado del Padre. Soy hijo amado de Dios. Éste es mi carnet de identidad». Así me llama el Padre, como a Jesús. En medio de este complicado mundo, he descubierto que Dios me llama por mi nombre, soy amado. Pero, para descubrirlo, es necesario subir al Monte de la contemplación.
Por otra parte, mi vida debe estar determinada por la escucha de la Palabra de Dios, por la voluntad de Dios que me lleva siempre a entregar la vida por amor, sabiendo que la cruz es el camino, pero no el destino, el destino es la Vida y la Resurrección. Sólo en la medida en que escucho al Señor y escucho a mis hermanos, vivo con las dos alas de la libertad y del amor. La intimidad con el Señor en el Monte de la contemplación, escuchando su Palabra, y la sintonía escuchando en el valle de la vida la desfiguración de nuestros hermanos. Es curioso que el Padre dice en el Monte: «Escuchadlo», y, sin embargo, comienza a hablar más adelante, cuando se encuentra con el endemoniado epiléptico, es decir, en el valle de la vida y del sufrimiento. Siempre podemos encontrar a Dios en el Monte de la contemplación, donde somos transfigurados por su amor, y en el valle de la vida, contemplando el rostro de todos los desfigurados por la cruz y el sufrimiento.
+ Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres

lunes, 22 de septiembre de 2014

Desierto



En medio del desierto,
donde no hay caminos
ni, con frecuencia, sombras,
la tentación de quedarse a vivir
en medio de las dunas
nos habla de búsqueda,
de seguir alentando el espíritu
y, sobre todo,
de asumir que somos
peregrinos del Absoluto.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Fue sorprendida



El mundo me arrastró por la fuerza hasta tu presencia. Me trató con una dureza que me cuesta olvidar. Sin embargo, cuando te ví, todo se iluminó. Me habían sorprendido los “fariseos de la vida” y me condenaban a morir “apedreada” por todos los egoísmos.
Casi sin fuerzas, te vi que estabas sentado en el suelo y escribías… Quizá eran mis renglones torcidos que Tú escribías derechos. En vez de piedras, vi que Tú descargaste sobre mi tu ternura. Tu amor me perdonó y ahora…, cuando todavía recuerdo la escena, inunda mi vida una alegría inexplicable como el paso del Camino, hacia la Vida verdadera.
“No peques más”…, pues esto sería no vivir… Es inexplicable tu Amor que vuelve a mi con el ímpetu de enamorado. Tu Amor es distinto a todo lo que había conocido… ¡Cómo podré pagar todo el bien que me has hecho!...

miércoles, 17 de septiembre de 2014

¿Problema o don?



Ninguna persona es un problema,
como un hijo no puede serlo tampoco.
Es un don, un regalo, una tarea.
Cuando vemos a la persona que tenemos al lado
como “un problema”
tendemos a “quitárnosla de en medio”.
Cuando la percibimos como un don
tendemos a construir juntos.

martes, 16 de septiembre de 2014

No nos dejes caer en la tentación


(Orar con Mc. 1, 12-15)
Seguir a Jesús en este camino cuaresmal hacia la Pascua es saber que seremos tentados. La tentación forma parte de nuestra vida. De hecho, en el Padrenuestro, no pedimos no tener tentaciones, sino No caer en la tentación. Las grandes tentaciones del hombre de hoy son el desaliento, el desánimo y la desconfianza. En el fondo, sin una profunda vida de oración y de entrega al servicio de los hermanos, corremos el peligro de desfondarnos y acude a nosotros la tentación, que siempre trata, como le ocurrió a Jesús, de apartarnos de la voluntad del Padre.
¿Cuál es la gran tentación de Jesús, como también la nuestra? El Señor quiso ser tentado para enseñarnos a vencer la tentación y para darnos la fuerza de saber que, con Él, todo lo podemos. Me impresiona que Jesús fuese conducido por el Espíritu Santo hasta el desierto y allí fuese tentado ¿Qué significado tiene esto para nuestra vida?
Primero, que todo lo que es lugar de gracia, de encuentro con el Señor, como el desierto, como la oración, como nuestra propia vocación, también se puede convertir en lugar de tentación. Somos tentados allí donde es más fuerte el encuentro con el Señor. Está claro que aquello que para nosotros sigue siendo una inmensa gracia, nuestra vocación sacerdotal, religiosa, matrimonial, es también lugar de nuestras grandes luchas, de nuestras grandes tentaciones. Jesús es conducido por el buen Espíritu al desierto y es tentado para no cumplir con la misión que le ha encomendado su Padre. Dios no tienta, pero sí permite la tentación allí donde también es lugar de gracia y de encuentro con el Señor.
Segundo, que toda tentación se vence con la fuerza del Señor, cuando somos capaces de descubrir que todo lo que no me lleva a cumplir la voluntad de Dios, y no está en comunión con el Señor y con la Iglesia, es tentación. Los engaños son siempre triunfos del Enemigo. Sólo vencemos con la profunda humildad del que busca, en todo, como Jesús, cumplir la voluntad del Padre que le conduce a la cruz y a la resurrección, es decir, a dar la vida, más que a quejas estériles que nos complican y no edifican a nadie.
Tercero, la tentación nos acompañará a lo largo de toda nuestra vida. Disponerse a seguir a Jesús es abrirse a que seremos tentados, allí donde recibimos las mayores gracias de nuestra vida: la Iglesia, nuestra parroquia, nuestra comunidad, nuestra vocación. Cuando llegue la tentación, recordad lo que le dijo el Quijote a Sancho: Ladran, querido Sancho, luego cabalgamos. Ésta es la clave, como decía santa Teresa de Jesús, de una determinada determinación de seguir a pesar de la tentación, como nos recuerda el Señor, de saber que nada ni nadie nos podrá apartar del amor de Dios, pues en toda tentación vencemos fácilmente por Aquel que nos ha amado.
+ Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres

lunes, 15 de septiembre de 2014

Evangelio



El Evangelio es siempre
el anhelo de todo corazón humano,
el Amor incondicional de Jesús
vivido en el cada día
de nuestra existencia.
Sin el Evangelio
el rumbo de la vida
se pierde
en interminables discusiones.

viernes, 12 de septiembre de 2014

La oveja número cien



Aquella oveja rebelde se escapó de tu redil y buscó pastos peligrosos fuera de Ti. Tú la habías llevado por pastos seguros y en medio de la oscuridad había aprendido a dejarse guiar por Ti, Buen Pastor.
¿Porqué se escapó de Ti?... ¿Porqué buscó otros prados?... El deseo de aventura fuera de Ti turbó su corazón y marchó en medio de la noche de su corazón.
Cuando no podía caminar más, vio que llegabas Tú, Buen Pastor, silbando por el camino y tejiendo el amanecer. Y pusiste la ternura de tus brazos para cargarla sobre Ti. Y con ella a todas las ovejas perdidas de la humanidad… A la oveja “número cien”…

jueves, 11 de septiembre de 2014

El misterio de la ternura


Toda nuestra oración está envuelta en el misterio. Un misterio que es luminoso. Es el misterio del Dios encarnado que es capaz de amar con corazón humano.
A mí, el misterio de su ternura me sugiere siempre, en los ratos de oración, que tenemos que extasiarnos y admirarnos ante el amor. La ternura de Dios es la capacidad de dejarse seducir por nosotros y de acercarse a nosotros en pobreza, para que no le tengamos miedo, pues ahora su amor es como una gallina recogiendo a sus polluelos; verdaderamente nos ha visitado “la entrañable misericordia de nuestro Dios”.

martes, 9 de septiembre de 2014

Nunca se ha visto una cosa igual


(Orar con Mc. 2, 1-12)
Conocer a Jesús te cambia la vida. Es una persona viva. Es verdad lo que dice Benedicto XVI: sólo se comienza a ser cristiano cuando uno tiene un encuentro personal con Jesús, como Pablo, Francisco de Asís, Carlos de Foucauld, Edith Stein. Con Jesús, nunca se ha visto una cosa igual. Lo que nos ofrece la sociedad, el mundo actual, es tan poco original que se sigue repitiendo, como la cebolla, a lo largo de los tiempos. El dinero, el poder, el placer, no hace más que ser lo de siempre, un poco adaptado a nuestra vida y descubrirnos todo esto hoy, corregido y aumentado.
Jesús cree en el amor de su Padre. Cree y ama a cada persona; podemos decir que Jesús cree más en nosotros que nosotros en Él. Lo que escandalizaba a aquellos hombres y mujeres de su tiempo es que les perdonase los pecados, y con tanta facilidad. Es demasiado bueno. Si, además, sólo Dios puede perdonar, ¿cómo perdona Jesús de Nazaret? Es una confesión también de su divinidad y de su profunda humanidad misericordiosa. Si sólo Dios puede perdonar y Jesús perdona, la conclusión no puede ser más sencilla. Expresa, en su profunda humanidad, la Misericordia divina que siempre perdona.
Me impresiona, sobre todo, la fe de aquellos que llevan al paralítico. No se rinden ante ninguna dificultad. Levantan el techo, con tal de verle y alcanzarle. ¡Cuántas gracias tenemos que dar a Jesús por las personas que nos han ayudado a escucharle! Por los que han hecho el ridículo, con tal de que nos presentemos delante de Jesús con nuestras parálisis. Sólo el Amor, sólo la fuerza del perdón, sólo el gozo y la alegría de sentirnos bien amados nos puede hacer felices. En el fondo, el gozo de sentirnos amados es la alegría de su perdón que nos sana. Tenemos que acercarnos a Él con la fe de los que llevaron a Jesús, con su esperanza, capaz de mover montañas. sobre todo de hacer realidad el milagro de su Amor.
+ Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres

lunes, 8 de septiembre de 2014

Alegría de vivir



La alegría profunda del corazón
hunde sus raíces
en el Dios Amor,
que nos invita a vivir
enternecido el corazón
y con la meta permanente
de una entrega sin límites
a los más necesitados.

viernes, 5 de septiembre de 2014

El dracma perdido



Cuántas veces habrías observado, Señor, cómo tu Madre buscaba la moneda perdida hasta encontrarla y decírselo gozosa a sus vecinas.
Tú nos has encontrado a nosotros, que estábamos perdidos y te has alegrado con un gozo indescriptible en lo más profundo del Corazón.
Se, Maestro mío, que me buscas con amor de enamorado Con un deseo ardiente de llenarme el corazón de tu presencia. De tu ternura. Poco a poco voy aprendiendo a confiar y a ser feliz con el gozo de que Tú me has encontrado.
Tu amor es un amor que “pierde la cabeza” por todos y cada uno de nosotros y que sólo vive para “rescatar lo que estaba perdido”.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Orar en la ternura


¿Quieres que te cuente un secreto? Orar en la ternura es la oración de la simplicidad, de la sencillez. Así oró María, san Francisco de Asís y tantas personas anónimas.
Toma en tus manos el evangelio y lee hasta que el corazón llegue a enternecerse. No, no es sensiblería, ni lágrimas fáciles; es.., cómo te diría yo, como hace una madre, que a fuerza de mirar y mirar a su hijo se le enternece el corazón.
A Jesús se le enternecían las entrañas cuando veía a los hombres que estaban como ovejas sin pastor. Esto implicaba toda la vida de Jesús, su vida estaba entre dos polos de enternecimiento: se enternecía llamando a Dios Padre y a los hombre hermanos-amigos.
Que se enternezca tu corazón es una gracia que debes pedirle al Espíritu Santo para que te haga caer en la cuenta de que el amor es el suyo hacia nosotros, que él mendiga nuestro amor y que él se ha dignado comer las migajas del amor que caen de las mesas del amor humano.

martes, 2 de septiembre de 2014

Si quieres, puedes

(Orar con Mc. 1, 1-11)
María creyó en el Dios de lo imposible. ¿Es que Dios puede ser acaso distinto al Dios de lo imposible? Cuando fallan todas nuestras magníficas ideas, cuando la crisis nos deja aún más pobres y parece que se hunde irremediablemente en el fracaso de lo imposible, todavía nos queda el Señor. Nos queda su Amor. Cuando aparentemente todas las soluciones, una tras otra, demuestran el fracaso de que la realidad se nos escapa de las manos, apareces Tú y, de pronto, la noche queda herida por la luz.
Es algo parecido a lo que ocurrió con aquel leproso. La lepra era un signo de enfermedad incurable, de que no tenía solución, de la marginación total de los demás, incluso hasta podría parecer del castigo y del abandono de Dios. Y, de pronto, Jesús se acerca. Siempre te acercas Tú, Señor, a todas nuestras lepras. Eres tan bueno que hasta nos pides permiso para mirarnos. Sólo pediste su fe, como pides la mía, en el Dios de lo imposible. Me dijiste que la lepra más incurable es la lepra del corazón. Es lo que no sabes compartir. Es lo de aquellos que nunca miran a los ojos y tampoco escuchan. Pero Tú no fuiste así. Cuando todos huían de los leprosos, Tú te acercaste, como lo hará después Francisco de Asís, buscando y besando a aquel leproso, y como lo sigue haciendo la Iglesia-Madre en los miles de personas que sufren; y lo hace tan gratuito y desinteresado como lo hizo el Señor. Sólo el acercarse a los que sufren es el inicio de toda curación. Y, de pronto, se hizo el milagro. Aquel leproso recobró la salud, recobró la esperanza al contemplarte a Ti. No se instaló en su dolor. Se abrió, porque contigo todo es distinto. Y se fue entusiasmado y cantando una canción, cantando a todos el Amor de Jesús.
Si quieres, puedes; en el fondo, es la afirmación más grande: saber que, detrás de la noche, viene galopando el día y que la solución tiene el nombre de Cristo en nuestra vida. Sólo hay que decir: Si quieres, puedes.
+ Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres

lunes, 1 de septiembre de 2014

Vivirlo todo contigo



Muchos acontecimiento de mi vida
han dejado heridas
que solo, poco a poco,
van cicatrizando.
Y se curan mejor mirándote
que hurgando en la herida.
Siempre me ha cambiado la vida
el vivirlo TODO contigo.
Amén.