(Orar con Lc. 24, 13-35)
Decepcionados, no se dieron cuenta de que
Jesús caminaba con ellos. La tristeza les hacía incapaces de ver la primavera.
De repente se paró el Caminante. Ninguno de
los dos sabía quién era. Les hizo una pregunta y ellos contaron sus
desilusiones, “lo de Jesús”.
La cruz siempre nos introduce en la crisis.
Dentro de todas nuestras dudas y crisis, planea la cruz no digerida en el correr
de la vida.
Súbitamente, la palabra de todos los decepcionados
de la vida “nosotros esperábamos”, se
convirtió en esperanza. “Era necesario”.
Todo lo que nos ocurre en la vida, el Señor
Jesús lo quiere o permite, para nuestro bien. Solo hay que desterrar el “nosotros esperábamos…” y afirmar el “era necesario” de los reconciliados.
Nos sentamos todos a su mesa. Cae la tarde.
Y estalla la luz del Espíritu en sus ojos cansados. Era Él. ¿No ardía nuestro
corazón…? Estalla su pan partido y su sangre derramada en nuestros corazones.
Desde entonces Jesús, con su Iglesia, sale
por los caminos del mundo, rescatando a todos los decepcionados de la vida.
Es nuestra misión.