lunes, 4 de agosto de 2014

Emaús


(Orar con Lc. 24, 13-35)
Se acercó Jesús a los dos caminantes sin destino.
Decepcionados, no se dieron cuenta de que Jesús caminaba con ellos. La tristeza les hacía incapaces de ver la primavera.
De repente se paró el Caminante. Ninguno de los dos sabía quién era. Les hizo una pregunta y ellos contaron sus desilusiones, “lo de Jesús”.
La cruz siempre nos introduce en la crisis. Dentro de todas nuestras dudas y crisis, planea la cruz no digerida en el correr de la vida.
Súbitamente, la palabra de todos los decepcionados de la vida “nosotros esperábamos”, se convirtió en esperanza. “Era necesario”.
Todo lo que nos ocurre en la vida, el Señor Jesús lo quiere o permite, para nuestro bien. Solo hay que desterrar el “nosotros esperábamos…” y afirmar el “era necesario” de los reconciliados.
Nos sentamos todos a su mesa. Cae la tarde. Y estalla la luz del Espíritu en sus ojos cansados. Era Él. ¿No ardía nuestro corazón…? Estalla su pan partido y su sangre derramada en nuestros corazones.
Desde entonces Jesús, con su Iglesia, sale por los caminos del mundo, rescatando a todos los decepcionados de la vida.
Es nuestra misión.

viernes, 1 de agosto de 2014

Decálogo de lo mejor de la vida


1. El haberte conocido, Señor.
2. El saber que me amas.
3. El estrenar cada día en la oración el gozo de estar contigo.
4. Los amigos que pones en el camino.
5. El disfrutar de las cosas pequeñas.
6. La sonrisa que me regalas cada día.
7. La ternura que desprenden tus manos.
8. Tu misericordia entrañable.
9. Tu abrazo al caer la tarde.
10. Tu luz, cuando llega la noche.