Andaba,
desde hace tiempo, con el miedo de quien desconfía. Tú, después del invierno,
habías vuelto a mi vida y parecía que mi aletargado corazón volvía a tener la
vitalidad de siempre. Como una pesadilla, siempre aleteaba en mi corazón el
miedo de perderte, de separarme…, tan sólo un instante, de Ti.
Lo
había pasado tan mal cuando te creí perdido, que creía desfallecer. Hoy sé que
nadie me podrá quitar tu amor. Y descanso, no en mis fuerzas, sino en tu Amor
que me arrastra y que es un “fuego devorador”.
Pasa
el tiempo y crece en mí la certeza de que nadie podrá separarme de Ti.