Te
encontrabas rodeado de mucha gente cuando entré de pronto con el ímpetu de
todos los vientos. Me di cuenta de que tenia que llorar mis pecados a los pies
de mi Dios y Amigo verdadero.
Tu
Corazón compasivo vendó mi vida de confianza. Comprendí que Tú nunca rechazas a
nadie cuando se te acerca con sincero corazón. Era cierto que los hombres son
duros… En Ti, Señor, descubrí lo que era verdaderamente el Amor.
No
me importaba el juicio de los hombres pues aún en medio del juicio duro de
tantos, estaba convencido, Señor, que Tú me defenderías y comprenderías. Que el
Amor es más fuerte que el pecado.